Un cura prometiendo del infierno el rigor.
Un padre derrotado y una madre que reza.
Y ropas heredadas del hermano mayor.
Amé y sufrí de amores como manda la vida.
Gocé cuerpos gloriosos que me dieron las noches
más hermosas. Y supe que en toda despedida
la añoranza es un viento que vence a los reproches.
De mis derrotas guardo la grandeza de haber
apostado al tablero donde el hombre sufría.
No es mejor la victoria si no puedes vencer
el miedo a los fracasos y al paso de los días.
Tengo algún enemigo que no me ha perdonado.
Y al que tampoco nunca yo he pedido perdón.
Siempre busqué en el hombre que camina a mi lado
el soplo que nos una a un mismo corazón.
Y ya no tengo nada que pueda llamar mío.
En mis hijos he puesto mi esperanza y futuro.
El pasado es historia y el presente es un río
que me arrastra a la nada, violento y oscuro.
He preferido siempre el calor de taberna
el vino del amigo y el verano en enero.
Y si puedo elegir, y aunque nunca sea eterna,
elijo la pasión de los amores fieros.
Sin mérito ninguno por mi parte, he tenido
la honradez de los pobres y el orgullo de ser
libre -libre hasta donde me dejaron-. No he sido
más que nadie. Ni tengo nada ya que perder.
5 comentarios:
Querido amigo, siempre pienso que es imposible, sin embargo una vez mas consigues ponerme un suspiro en los labios. Maravillosa. Sencillamente maravillosa
Siempre es un pequeño suspiro el leerle, más si encuentro su poesía sin buscarla y en medio de días grises con esperanzas de un verano que siento todavía lejano. No sabe cuantos días añoro no estar en Madrid. Un abrazo, Rodolfo.
Sandra
Elijo lo mismo que tu. ...pasión de amores fieros
��
Y si. Lo mejor de nuestra vida finalmente son nuestros hijos. Bellísimo poema. Gracias Rodolfo.
Enamorada ya sin remedio de tu forma de enlazar palabras
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