lunes, 26 de mayo de 2014

Mujer desconocida

Me contaron que andaba por los bares,
buscando algún amor o sólo el beso
de alcohol que la llevara por las noches
de ciertas ciudades, por los puertos
de nieblas y de olvidos.

Contaba que un día tuvo entre sus brazos
los amantes más fieles y las horas
más salvajes y tiernas, cuando era
el pecado más dulce y en su boca
dormían las tormentas.

Nadie supo su nombre. Amanecía
y ella rebuscaba unas monedas
en su bolso de plástico. Pagaba
y sin decir una palabra se marchaba
hacia otras soledades.

Nunca pude encontrarla, aunque su historia
me persigue en las noches en que busco
el olvido en las barras, cuando el frío
tiene el nombre de todas las mujeres
que un día me quisieron.

De vez en cuando, me voy hasta las calles
húmedas por la lluvia y el deseo,
recorro madrugadas, me detengo
en cualquier bar extraño y adivino
su perfume en el aire.

Pero sé que jamás he de encontrarla.
Por mucho que en cualquier libro de versos
reconozca su voz y entre los vasos
quede aún la tristeza de su boca
que bebo sin remedio.

lunes, 19 de mayo de 2014

Esta canalla

Esta tropa de banqueros y políticos,
esta canalla del silencio y la mentira,
esta gentuza, amor, está ganando
la batalla diaria de la vida.

Nos acorralan, invaden nuestras almas,
deshacen  el color de la palabra,
hipotecan todo el sufrimiento,
la paz que hay en tu abrazo y en tu sueño.

Acaban con el hombre, lo encarcelan,
dibujan la tormenta y traen la lluvia
del frío en el invierno. Como dioses
maltitos traen la espada.

Están entre nosotros. Glorifican
los pecados más turbios, el deseo
de las voces amargas, cuando todo
es pura soledad de su desierto.

Del dolor hacen carne, sangre muerta,
roto espejo pegado a la caverna.
Envenenan el nombre de las cosas
y dejan sin manzana el paraíso.

Ahogan nuestros sueños y vacían
las almas y devoran insaciables
la risa de los niños, nos apagan
el fuego de la casa y de los besos.

Se mean en el vino del domingo,
escupen sobre el pan de cada día.
Quiebran el espinazo de la vida,
ensucian la alegría y las canciones.

Esa gente, esa canalla, vida mía,
que persigue a los amantes y a los locos,
nos matan con sus cifras oficiales,
destruyen la mirada de la tierra.

Por eso, tierno amor, dulce caricia,
los tiempos no están hoy para poemas
de amor. Porque esta peste,
a poco que tú y yo nos descuidemos,
acabará con nosotros sin remedio.

lunes, 12 de mayo de 2014

El tiempo ido

De los males sin nombre que me aquejan
guardo la soledad del café frío,
el insomnio de noches y latidos
el recuerdo de amores en la sombra.

Los cines y las calles, la tristeza
de urgencias y hospitales, los informes
de médicos y amantes y los miedos
de un corazón sin lluvia en primavera.

De todo lo perdido, de estos días
donde la voz es un ámbito desierto,
guardo el silencio de todos los espejos,
las tardes en la playa de tu nombre.

De l,o que fui en los tiempos de la gloria
me quedan los naufragios de la dicha,
el calor de una piel, algún instante
en el que pude destruir el paraíso.

Algún beso perdido entre la ropa,
un abrazo de miel y madreselva,
esa copa final, algunos bares,
la cita en un hotel de las afueras.

Y ahora que mi cuerpo está ya escrito
en calendarios de duda y medicinas,
me subo hasta el color del tiempo ido,
sabiendo que ya nada puede herirme


lunes, 5 de mayo de 2014

A Jaime Gil de Biedma

Que la vida iba en serio
uno, maestro, lo comprende cuando
sientes que el dolor se te hace carne
y las tardes empiezan a ser tristes.

Y los grandes amores se convierten
en esa tos a las tres de la mañana,
y el cansancio
es el pan de cada día.

Cuando ya no te llaman por teléfono
más que voces de eléctricas y bancos,
y una joven muy bella por la calle
te cede el paso al subir al autobús.

Y sientes que la noche es enemiga
de versos y de besos,
y te mueres
a solas con recuerdos de otro cuerpo.

Entonces tú comprendes que la vida
ya no está en el presente,
y el futuro
es aquello que nunca conseguimos.

Iba en serio la vida.
Y ahora mismo, ahora lo comprendes:
Envejecer, morir eran tan sólo
las dimensiones del teatro