lunes, 23 de septiembre de 2013

Dia de otoño

No nos llega el frío de septiembre. Se para
en la noche, lo mismo que un cachorro perdido.
A lo lejos, los cerros. Las montañas azules.
Una canción de fondo. La misma que escuchábamos
un  domingo de niños y tardes de merienda.

En la paz de la plaza, algún coche interrumpe
como un trueno asustado y olor a gasolina.
Contemplo mi pasado como quien mira nubes.
Inalcanzables nubes que no anuncias las lluvias.
El otoño es tan sólo una promesa vaga.

Debajo de tu cuerpo, los años ya vencidos,
la imposible caricia de las manos del tiempo.
Y en todo, y en ti misma, corren arroyos blancos,
instantes de un instante de mariposas muertas.
Las horas son pañuelos que agitan los andenes.

Este otoño que nace sin saber si el invierno
nos traerá el peligro de una boca sedienta.
Mil besos para hacernos a un futuro que intuyo
con cansancio de lunes y de uvas amargas.
Más allá de tu pecho ya no está el horizonte.

Quiero dormir. Deshago las sábanas y busco
un momento de dicha, ese extraño relámpago
al decirme: Descansa. Descansa hasta mañana.

lunes, 16 de septiembre de 2013

Espejo

Días oscuros. Cuando el futuro empieza
a ser incertidumbre. Y el pasado
es la voz que no guarda los recuerdos.
Entonces, esa lluvia y esas manos.
Un cuerpo sin la luz de la escalera.
La plaza sin tu sombra. Cicatrices
de un verano de miedos y de fiebre.

Para morir en ti me sobra el tiempo,
ni aun pudiendo volver hasta tu pecho.
Resucitar de nuevo en tu cintura,
y dejar que los días se deshagan
en relámpagos fríos. Esos labios,
encrucijada abierta, cuando eras
la exacta sensación de dioses y tabernas.

De todo lo que fuimos, la terrible
certeza de saber que nunca fuiste
la Itaca buscada. Conocerte
en el viaje soñado. No saberte
distinta al inventado paraíso.

Tú en la noche. Tú para la ausencia.
De los domingos muerto, mi señora.
Dama sin nombre. Hoy sueño tu vientre.
Espejo ya, perdido ya el azogue.

lunes, 9 de septiembre de 2013

Que así sea

No viene la nostalgia como entonces,
ni el corazón abierto busca sombras.
Todo está detenido. Y en las manos
se refugian los días y los viejos
amores. El tiempo de la dicha.

Esas tardes de mayo cuando era
el mundo maravilla conocida,
exquisito gin-tonic, y unos brazos
en donde refugiarse de los hombres.
Todo en ti, todo era la belleza.

Y la calle de siempre. Y el sonido
de un verso. El automóvil gris
parado como siempre
en el portal sin nombre de tu casa.
Y tú misma asomada a la ventana.

Ahora miro tu nombre en cualquier sitio:
En los viejos papeles. Las postales
de tu primer verano sin nosotros.
En todas las partidas
de nacimiento y muerte y amor loco.

Hoy miro lo que fuimos y no somos.
La tristeza del pan del dia siguiente,
el cigarrillo negro que fumabas,
tu tos cuando dormías en la noche.
La ropa que colgaba en el armario.

Definitivamente adiós. Y que así sea.
Y que jamás me llegue el miedo a solas.
Que no te encuentre nunca. Y que ahora mismo
sea incapaz de evocarte. ¿Cómo era
el gusto de tu lengua entre mis labios?

lunes, 2 de septiembre de 2013

Eternidad

Ven a mi lado, amor. Está la noche fría.
Y el silencio nos pesa como pesan los años.
Tengo miedo esta noche y te busco en la vida,
en la palabra amada que te habita la boca.

Tengo frío y cansancio. El fuego de los días
es un viejo recuerdo de antiguos calendarios.
Hoy contemplo mi carne, malherida y cansada,
Y abandono en tus manos la alegría del sueño.

El futuro es un árbol sin pájaros y puedo
recordar cada uno de tus besos de sombra.
Mañana para nada. Horizonte sin luces
donde buscar un dios con la vida en sus ojos.

Sólo quiero dormir a tu costado ardiente,
esperar que el reloj no me borre la playa,
y que la sangre pueda, como entonces y ahora,
ganar cada minuto como si fuera siempre.